Y ahora corre, gilipollas. Sal de casa, no te cojas las llaves, para qué. Coge la cartera, que la cosa no está barata para ir mendigando. Plántate en la estación y coge el primer tren que encuentres. ‘Qué le digo’, ‘Qué hago’, ‘No tendría que haber hecho esto’, ‘Tendría que haber dicho que SÍ’. Quítate esas mierdas de la cabeza, los viajes en tren están hechos para poner los pies en el asiento de enfrente y que el revisor te eche la bronca. Para ir escuchando vuestra canción favorita. Para quedarte dormido en el hombro de la viejecita de al lado. Espera a que se abran las puertas y vuelve, vuelve a correr, maldito gilipollas. Sortea a la gente, ábrete paso, empújala si hace falta, que se jodan, ellos no tienen tus ganas, ellos están muertos por dentro. Qué sabrá toda esta gente del amor. Llama a su timbre, pues…
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